I
Nunca perseguí la Gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de Sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.
III
A quién nos justifica nuestra desconfianza
llamamos enemigo, ladrón de la una esperanza.
Jamás perdona el necio si ve la nuez vacía
que dio a cascar al diente de la Sabiduría.
IV
Nuestras horas son minutos
cuando esperamos saber,
y siglos cuando sabemos
lo que se puede aprender.
VIII
En preguntar lo que sabes
el tiempo no has de perder...
Y a preguntas sin respuesta
¿quién te prodrá responder?
X
La envidia de la virtud
hizó a Caín criminal.
¡Gloria a Caín! Hoy el vicio
es lo que se envidia más.
XII
¡Ojos que a la luz se abrieron
un día para, después,
ciegos tornar a la tierra,
hartos de mirar sin ver!
XIII
Es el mejor de los buenos
quien sabe que en esta vida
todo es cuestión de medida:
un poco más, algo menos...
XXI
Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía...
Después soñé que soñaba.
XXIII
No extrañéis, dulces amigos,
que esté mi frente arrugada;
yo vivo en paz con los hombres
y en guerra con mis entrañas.
XXVII
¿Dónde está la utilidad
de nuestras utilidades?
Volvamos a la verdad:
vanidad de vanidades.
XXXVII
¿Dices que nada se crea?
No te importe, con el barro
de la tierra, haz una copa
para que beba tu hermano.
XXXVIII
¿Dices que nada se crea?
Alfarero, a tus cacharros.
Haz tu copa y no te importe
si no puedes hacer barro.
XLI
Bueno es saber que los vasos
nos sirven para beber,
lo malo es que no sabemos
para qué sirve la sed.
XLIII
Dices que nada se pierde,
y acaso dices verdad;
pero todo lo perdemos
y todo nos perderá
XLIV
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
XLV
Morir... ¿Caer como gota
de mar en el mar inmenso?
¿O ser lo que nunca ha sido:
uno, sin sombre y sin sueño,
un solitario que avanza
sin camino y sin espejo?
XLVI
Anoche soñé que oía
a Dios, gritándome: ¡Alerta!
Luego era Dios quién dormía,
y yo gritaba: ¡Despierta!
LIII
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al Mundo, te guarde Dios.
Una de la dos Españas
ha de helarte el corazón.
Nunca perseguí la Gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de Sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.
III
A quién nos justifica nuestra desconfianza
llamamos enemigo, ladrón de la una esperanza.
Jamás perdona el necio si ve la nuez vacía
que dio a cascar al diente de la Sabiduría.
IV
Nuestras horas son minutos
cuando esperamos saber,
y siglos cuando sabemos
lo que se puede aprender.
VIII
En preguntar lo que sabes
el tiempo no has de perder...
Y a preguntas sin respuesta
¿quién te prodrá responder?
X
La envidia de la virtud
hizó a Caín criminal.
¡Gloria a Caín! Hoy el vicio
es lo que se envidia más.
XII
¡Ojos que a la luz se abrieron
un día para, después,
ciegos tornar a la tierra,
hartos de mirar sin ver!
XIII
Es el mejor de los buenos
quien sabe que en esta vida
todo es cuestión de medida:
un poco más, algo menos...
XXI
Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía...
Después soñé que soñaba.
XXIII
No extrañéis, dulces amigos,
que esté mi frente arrugada;
yo vivo en paz con los hombres
y en guerra con mis entrañas.
XXVII
¿Dónde está la utilidad
de nuestras utilidades?
Volvamos a la verdad:
vanidad de vanidades.
XXXVII
¿Dices que nada se crea?
No te importe, con el barro
de la tierra, haz una copa
para que beba tu hermano.
XXXVIII
¿Dices que nada se crea?
Alfarero, a tus cacharros.
Haz tu copa y no te importe
si no puedes hacer barro.
XLI
Bueno es saber que los vasos
nos sirven para beber,
lo malo es que no sabemos
para qué sirve la sed.
XLIII
Dices que nada se pierde,
y acaso dices verdad;
pero todo lo perdemos
y todo nos perderá
XLIV
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
XLV
Morir... ¿Caer como gota
de mar en el mar inmenso?
¿O ser lo que nunca ha sido:
uno, sin sombre y sin sueño,
un solitario que avanza
sin camino y sin espejo?
XLVI
Anoche soñé que oía
a Dios, gritándome: ¡Alerta!
Luego era Dios quién dormía,
y yo gritaba: ¡Despierta!
LIII
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al Mundo, te guarde Dios.
Una de la dos Españas
ha de helarte el corazón.
Antonio Machado Ruíz